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Este pequeño estudio genérico sobre inversión que hoy les traigo, junto con el ya publicado en estas páginas: Decálogo del Inversor Astuto y un par de ellos más que publicaremos cuando convenga, forman parte de mi particular Teología del Trading, espero que les guste.
Los pecados capitales
Las trampas del mercado son bien conocidas para inversores y especuladores. En este camino de peligros, las estrellas son -con mucho-, la esperanza, el miedo y la avaricia.
Los dogmas de fe de la Teología del Trading coinciden en que sólo evitando estos tres pecados capitales, podrá el creyente ganar la salvación y obtener operaciones beneficiosas.
Aunque el conocimiento del pecado nunca le dice a uno cómo no caer en la tentación, merece la pena echarle una ojeada:
La existencia de dios
Ignorado por todos, excepto por unos pocos piadosos inversores, está ese conocimiento de que realmente existe un dios del trading que gobierna el éxito y el fracaso.
Haciendo ciertos sacrificios a esta mítica deidad, las trampas de la esperanza, el miedo y la avaricia pueden ser evitadas. Aquellos que aprendan esta lección normalmente triunfarán, mientras que aquellos que no lo hagan, terminarán siendo los cuerpos que a modo de escalones utilizan los inversores de éxito para trepar en su camino hacia la riqueza.
Exactamente igual que los antiguos romanos creían que Ceres, la diosa de la agricultura, vigilaba su cosecha de grano, así el dios del trading observa constantemente los Mercados, decidiendo sobre el éxito y el fracaso. Mientras que es generoso con los disciplinados, la deidad del trading tiende a ser inmisericorde con el inversor impulsivo.
Podemos pensar en el dios como en la encarnación de la razón pura. El dios del trading es particularmente reacio a la existencia de los tres pecados -esperanza, miedo y avaricia-, aunque puede ser comprensivo y misericordioso con aquellos inversores que quieran hacerle sacrificios. La bendición de la deidad del trading, solamente puede ser obtenida con estos sacrificios.
La ofrenda de los tres corderos
La actitud psicológica
Estos tres sacrificios, normalmente se pagan a sí mismos dándonos el punto psicológico necesario para tomar decisiones productivas. Haciéndose a uno mismo el favor de asumir realmente una pequeña pérdida –que ya existía-, tomar ganancias parciales o cubrir la posición, nos permitirá pensar clara y racionalmente sin caer en el barrizal de la esperanza o tomar decisiones de trading basadas en el miedo.
Naturalmente, siempre existe la posibilidad de que se pierda una cierta cantidad de beneficio potencial a través del sacrificio, pero esto nunca estropeará nuestros beneficios totales. Hacer sacrificios a la deidad del trading no es solamente un antídoto para los peligros de la esperanza, el miedo y la avaricia, sino que también nos dirige hacia una muy beneficiosa disciplina en nuestra inversión, lo que es un importantísimo elemento para el éxito.
No es fácil sin embargo hacer estos sacrificios. Ello implica que nuestros normales impulsos de inversión deben ser repentinamente cambiados del revés. La esperanza es siempre lo último que se pierde, pero en trading, la esperanza puede conducir a un desastre. La avaricia y el temor son consustanciales con la mayoría de nosotros, y deben ser contrarrestados por numerosos sacrificios para encontrar el molde adecuado en el mundo del trading.
Es sorprendente cuánto tiempo nos lleva aplicar estas lecciones, aunque puedan parecer muy fáciles. La mayoría de los inversores nunca las aprenden y sólo unos pocos llegan a ser maestros en este arte. La deidad del trading recompensa solamente a aquellos que aprenden estas lecciones, mientras que es inmisericorde con aquellos que no lo hacen.
No es necesario decir que la práctica continuada de sacrificios al dios del trading es solamente un escalón de entre tantos que existen en nuestra particular Operación Triunfo para inversores. La esencia de la inversión de éxito yace en algún sitio entre conocerse a sí mismo y desarrollar un plan de inversión consistente con nuestras propias emociones. Desarrollar buenos hábitos y refinarlos con la experiencia también forma parte de la operación. Si aprendemos a conocernos a nosotros mismos y a hacernos cargo de nuestros propios impulsos, pasaremos de ser uno de los llamados a formar parte del selecto número de los elegidos para el particular cielo del inversor de éxito.